La violencia del crimen organizado se cobró una nueva víctima. Irma Hernández Cruz, maestra jubilada y taxista de 62 años, fue localizada sin vida este miércoles en un rancho del norte veracruzano, seis días después de haber sido secuestrada por un comando armado frente al sitio donde trabajaba.
El caso estremeció al estado: días después de su desaparición, Irma apareció en un video, arrodillada, esposada y rodeada por sujetos encapuchados que le apuntaban con armas largas. Con voz firme, leía un mensaje dirigido a sus compañeros: “Paguen su cuota como debe de ser o van a terminar como yo”, denunciando de forma forzada el cobro de piso impuesto por la Mafia Veracruzana, grupo criminal ligado al Cártel del Golfo.
La mujer había sido levantada en pleno centro de Álamo, a plena luz del día, sin resistencia ni intervención de las autoridades. Era conocida por su trabajo como propietaria y conductora de taxis en la ruta Estero del Ídolo. La Comisión Estatal de Búsqueda había advertido que requería tratamiento médico especializado.
El hallazgo de su cuerpo, entre las comunidades de Buenos Aires y Tepetzintlilla, ocurre en un contexto alarmante: Veracruz acumula 52 homicidios en lo que va del año, 30 de ellos contra mujeres, según el Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres.
Las autoridades afirman que “no habrá impunidad”, pero su caso, al igual que el de su compañero Jorge Néstor —también taxista, secuestrado días antes y aún desaparecido—, refleja la creciente vulnerabilidad de trabajadores del transporte, comerciantes y ciudadanos que enfrentan extorsiones diarias en zonas controladas por el crimen organizado.
Más allá de los números, Irma pone rostro a una realidad cruda y persistente: la extorsión ya no es una amenaza, es una sentencia.