La alianza que parecía inquebrantable entre Morena y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) se resquebraja en uno de los territorios clave del país: Tamaulipas. María Guadalupe Gómez, presidenta estatal de Morena, confirmó la separación definitiva de ambos partidos rumbo a las elecciones de 2028, poniendo fin a las especulaciones y marcando un precedente que podría extenderse a otras entidades.
“Tenemos la certeza que Tamaulipas y, en especial Reynosa, es territorio Morena. La transformación es guinda y nada más”, sentenció Gómez, al acusar al Verde de “usurpar” el nombre de la Cuarta Transformación para posicionarse electoralmente.
La dirigente fue más allá al señalar que los cuadros que hoy presume el PVEM en el estado en realidad surgieron de la coalición con Morena y el PT. “Pedimos a los cuadros que les prestamos que regresen, para que nadie se confunda o los confunda. Este es tiempo de definiciones”, advirtió.
Una fractura con eco nacional
La ruptura en Tamaulipas no es un hecho aislado. En los últimos meses, el Verde ha enviado señales de independencia en varios frentes. En Quintana Roo, la dirigente nacional Karen Castrejón aseguró que su partido “está listo” para competir sin aliados; en Zacatecas, Carlos Puente Salas ya se destapó como aspirante a la gubernatura, con respaldo de la bancada verde; y en Guerrero, se menciona a la propia Castrejón como posible candidata, descartando perfiles de Morena.
Más delicada es la situación en San Luis Potosí, donde el gobernador Ricardo Gallardo, emanado del PVEM, mantiene tensiones con Morena por la reforma contra el nepotismo impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum. Aunque ambos partidos pactaron que la medida entre en vigor hasta 2030, la decisión abre la puerta para que figuras como Ruth González Silva, esposa de Gallardo, pueda contender en 2027, lo que alimenta las suspicacias de un choque político inminente.
Morena busca hegemonía, el Verde consolidación
El trasfondo de estas rupturas responde a un reacomodo de fuerzas en la antes sólida alianza de la 4T. Morena, como partido dominante, busca preservar su identidad y voto duro, mientras que el Verde apuesta por capitalizar posiciones estratégicas que le permitan crecer sin depender del guinda.
Para analistas políticos, lo ocurrido en Tamaulipas es un anticipo de lo que podría replicarse en otros estados donde el PVEM gobierna o tiene presencia significativa. La narrativa de Morena —que acusa al Verde de ser un “cascarón sin sustancia”— busca blindar al partido frente a la posibilidad de que sus antiguos aliados le disputen candidaturas clave.
¿Un fin anunciado de la alianza?
La alianza Morena-PVEM-PT fue decisiva en elecciones federales y estatales pasadas, pero los intereses de cada fuerza parecen cada vez más divergentes. El rompimiento en Tamaulipas abre un debate: ¿está el Verde listo para competir en solitario o depende todavía de la estructura de Morena?
Mientras tanto, en el tablero nacional se vislumbra un escenario de mayor fragmentación. El partido guinda apuesta por reafirmar su hegemonía, pero deberá enfrentar no solo a la oposición tradicional, sino también a la ambición de sus antiguos aliados.
