México se encuentra ante un proceso electoral inédito: por primera vez en la historia del país, jueces y magistrados del Poder Judicial, incluida la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), serán elegidos mediante el voto popular el próximo 1 de junio. Este hecho representa un giro paradigmático en la relación entre la ciudadanía y la justicia, enmarcado en la reciente reforma al Poder Judicial impulsada por el Ejecutivo federal.
En este contexto, uno de los perfiles que ha llamado la atención es el de Antonio Sorela Castillo, doctor en Derecho, académico y defensor de los derechos humanos, quien busca convertirse en ministro de la Suprema Corte. Postulado por el Poder Ejecutivo, Sorela figura en la lista nacional como el número 62, y su candidatura ha estado marcada por un discurso técnico, alejado del espectáculo, y enfocado en fortalecer el vínculo entre la justicia y las personas.
De las aulas al máximo tribunal
Originario del pueblo náhuatl de Tetelpa, en Morelos, Antonio Sorela ha forjado una carrera académica de alto nivel. Es licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, maestro en Derecho Procesal Penal, doctor en Derecho y posee un postdoctorado en Derecho Público por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en España. Además, ha sido catedrático en universidades de México, Estados Unidos y Europa, como Stanford y la Universidad Internacional de La Rioja.
No obstante, su formación académica no ha estado alejada de la práctica institucional. Ha sido consultor en organismos como la Federación Iberoamericana de Ombudsperson y funcionario en órganos estatales de derechos humanos y justicia electoral. Entre sus cargos destaca su papel como titular del Mecanismo de Protección a Periodistas y Personas Defensoras de Derechos Humanos en Morelos.
Ocho propuestas para una justicia con rostro humano
Sorela ha articulado su campaña en torno a ocho compromisos centrales que buscan democratizar y descentralizar el funcionamiento de la Suprema Corte:
- Justicia con derechos humanos, con énfasis en grupos históricamente excluidos.
- Reforma judicial ciudadana, enfocada en transparencia, rendición de cuentas y participación social.
- Acceso pleno a la justicia, eliminando barreras para mujeres, pueblos originarios y sectores vulnerables.
- Independencia judicial frente a presiones políticas.
- Formación y profesionalización constante de jueces y magistrados.
- Equidad e interculturalidad, reconociendo la diversidad del país.
- Justicia abierta, mediante el uso de lenguaje claro y difusión del quehacer judicial.
- Diálogo directo con la sociedad, llevando la Corte a otros estados y comunidades.
Con esta plataforma, Sorela busca una Corte que no solo dicte sentencias desde el centro del país, sino que también escuche y resuelva en territorio los asuntos que afectan a las comunidades más alejadas y vulnerables.
El valor del conocimiento especializado
Durante el arranque de su campaña, Sorela fue claro: “Un ministro de la Suprema Corte no debe ser improvisado ni elegido por simpatía mediática; debe tener la preparación técnica y ética que exige el cargo”. En sus palabras, el puesto requiere más que conocimientos básicos en Derecho: exige especialización, compromiso social y una visión integral del país.
Este llamado resuena en un momento en el que el país debate el alcance de la reforma judicial y sus posibles consecuencias en la autonomía e imparcialidad de la justicia. Si bien la elección directa de ministros representa un avance en términos democráticos, también abre interrogantes sobre la influencia política y el perfil idóneo de quienes aspiren a impartir justicia desde el máximo tribunal.
La Corte que se acerca al pueblo
Una de las propuestas más innovadoras de Sorela es replicar el modelo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que sesiona en distintas sedes del continente. Él plantea que la SCJN pueda sesionar en entidades federativas distintas a la Ciudad de México, especialmente cuando se trate de casos de interés social o regional. Esta descentralización, asegura, permitiría una justicia más empática, directa y comprensible para la ciudadanía.
Sorela también se opone al uso de campañas electorales vacías o espectaculares. Rechaza el uso de redes sociales para fines populistas y afirma que “no necesita bailar ni fingir ser otro” para demostrar su compromiso con la justicia.
Con un enfoque técnico y una trayectoria que respalda su discurso, Antonio Sorela representa un modelo de candidatura judicial que apuesta por la profesionalización y el contacto con la sociedad. A pocas semanas de las elecciones, su perfil genera discusión sobre el rumbo del Poder Judicial y el papel que deberá desempeñar la Suprema Corte en un México que busca justicia más cercana, accesible y representativa.
