La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentó hoy el Geoslicer, un instrumento con tecnología de punta que permite determinar la actividad de sismos y tsunamis, así como estudiar antiguos desastres naturales acaecidos en territorio mexicano.
El objetivo de esta herramienta -que solo han utilizado antes Japón y Estados Unidos- es estudiar la actividad de sismos y maremotos en la llamada brecha de Guerrero, donde hacen contacto las placas tectónicas de Cocos y Norteamérica.
La investigadora del Instituto de Geografía de la UNAM María Teresa Ramírez indicó que los datos que se recopilen serán valiosos para emprender acciones de prevención y mitigación de riesgos.
Con ello se refirió a preparar mejor a la población para enfrentar fenómenos de este tipo, que sepa qué hacer y hacia dónde evacuar.
Afirmó que la herramienta permitirá mejorar la planificación de las ciudades y evitar nuevas construcciones en zonas que podrían ser afectadas en el futuro.
Geoslicer es una tecnología que también permite mirar atrás en el tiempo y estudiar desastres naturales pasados, corroborando la información histórica sobre terremotos y tsunamis documentada en los últimos siglos.
El instrumento capacita a los científicos para ahondar en los paleosismos y paleotsunamis que han ocurrido en México antes de que hubiera registros humanos, permitiéndoles remontarse hasta 3 mil años de antigüedad.
Según Ramírez, la herramienta no solo permitirá conocer la ocurrencia de sismos con magnitud mayor a 7 en la escala de Richter, sino qué distancias alcanzaron las inundaciones provocadas por maremotos e, incluso, calcular las alturas máximas de las mismas.
El instrumento fue donado por Japón como parte de la Alianza para la Investigación en Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible (SATREPS, por sus siglas en inglés).
El donativo nipón forma parte del proyecto «Evaluación del peligro asociado a grandes terremotos y tsunamis en las costas del Pacífico mexicano para la mitigación de desastres«.
La especialista destacó que en la brecha de Guerrero -donde no han ocurrido movimientos telúricos grandes desde 1911- ocurrió en 1787 un gran sismo, el más grande que ha habido en la historia de México.