“La migración ha sido una constante en la evolución demográfica de Baja California”, sostuvo la investigadora universitaria Norma del Carmen Cruz González, durante la conferencia que pronunció este miércoles 9 de octubre en el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura.
La académica del Instituto de Investigaciones Históricas de la UABC delineó un panorama de las aportaciones que el análisis demográfico proporciona a la ciencia de la Historia y que resultan de gran utilidad para la comprensión del pasado.
Doctora en Historia, con maestría en Demografía, la investigadora disertó sobre “Población y familias en el Distrito Norte de la Baja California a partir del Censo de 1888” en la Sala Federico Campbell del CECUT, donde precisó que el tema forma parte de su tesis de doctorado.
Tras aclarar que, en realidad, no se trata de un censo propiamente dicho, aunque se maneja con ese nombre en documentos de la época, la estudiosa aseveró que el conteo poblacional de 1888 no solo representa el primer intento por conocer quiénes habitaban la península, sino que forma parte de un proceso que acabó por consolidar a Baja California como entidad política durante el Porfiriato.
En 1888 la península se dividió en Partido Norte y Partido Sur de la Baja California, que corresponde a la división política que prevalece hasta hoy, explicó la conferencista, al señalar que el general Porfirio Díaz estaba interesado “en controlar a las empresas extranjeras” que habían obtenido grandes concesiones de tierra como resultado de la política de aliento a la migración para poblar zonas de baja densidad demográfica.
“Había el temor latente de que Estados Unidos se anexaría la península y una de las preocupaciones era vigilar el cumplimiento de los contratos establecidos con la Compañía Internacional”, explicó la Dra. Cruz González al indicar que el censo no se levantó en todo el territorio, sino solo en Ensenada, la colonia Carlos Pacheco (hoy integrada a la zona urbana de Ensenada), Maneadero, Punta Banda y San Quintín.
Hay que tener en cuenta que en esa época la península vivía una etapa de progreso, con el auge minero, la operación de empresas de colonización y la agricultura, que si bien no era tan fuerte, propiciaba el interés por explotar los recursos naturales.
La historiadora aseveró que, aunque parciales, los datos del censo de 1888 resultan útiles para el análisis histórico y de ellos se pueden extraer conclusiones relevantes, las cuales confirman el papel que ha jugado la migración en el poblamiento de Baja California.
El censo consigna que el 55% de los habitantes de las zonas donde se levantó era de origen mexicano, pero pone de relieve, por otra parte, el alto número de nacionalidades de la población extranjera asentada en ese tiempo en la península; existen por lo menos 15 países de origen: Alemania, Austria, Canadá, Chile, China, España, Francia, Granada, Inglaterra, Irlanda, Italia, Noruega, Perú, Suiza y Estados Unidos, país este último del que procede, por razones obvias, la mayoría de los migrantes, seguido por ingleses, chinos y alemanes.
De los datos que arroja el censo de 1888 destaca igualmente el hecho de que el número de personas que vivían en familia alcanzaba ese año 768, solo ligeramente superior a los 656 que se declararon personas solas, para un total de 1,464 habitantes, lo que reafirma el proceso migratorio que experimentaba la península en ese momento, toda vez que “es más probable que migren hombres solos que familias enteras”, explicó la conferencista.
En la misma dirección apunta el “índice de masculinidad”, es decir, la proporción de hombres respecto a las mujeres, el cual se sitúa en esa época en 157 varones por cada 100 féminas, característica propia de las sociedades migrantes.
Otro dato que proporciona el censo es la gran cantidad de ocupaciones relacionadas con oficios, como carpintero, albañil, herrero, lavandero, etcétera, de los cuales consigna un total de 29 y otras 23 ocupaciones relativas al comercio y las propiedades, frente a las 9 que agrupa la agricultura y otras 8 relacionadas con profesiones: médicos, abogados, boticarios, ingenieros y un profesor, entre otras.
Todo ello confirma que el Distrito Norte de la Baja California vivía una época de auge económico expresado en la diversidad de oficios y profesiones que la sociedad iba demandando en momentos en que la península era objeto de proyectos colonizadores que, con mayor o menor fortuna, cristalizaron, a la vuelta del siguiente siglo, en tasas de crecimiento demográfico sostenido, concluyó la Dra. Cruz González.